o cuándo, o por qué,
Pero te amo desde la oscuridad
que me proporciona la soledad.
Es que tal vez sí sé por qué te amo,
pero no he podido expresarlo
porque se ha nublado el templo de mi alma,
donde arrodillado por ti, mi voz clama.
Reconozco ser el culpable de tu indiferencia.
De tu alma sólo veo las ventanas cerradas,
infranqueables, resguardadas,
por el temor de que te dañe mi demencia.
Pero te amo porque eres tú,
te amo cuando sale el Sol brillante
o la Luna con su tenue luz,
te amo donde comienza y termina el horizonte.
Es sólo que no lo sabes.
¡Ah!, es sólo que no lo sabes.
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